El tema de moda por estos días, desplazando incluso al recurrente tema del referendo o el fantasma de la censura que ronda en la gran prensa nacional, es el programa Agro Ingreso Seguro (AIS), que ha venido implementando el gobierno nacional a través del Ministerio de Agricultura
El programa fue diseñado por el hoy precandidato conservador Andrés Felipe Arias, y consiste en una serie de apoyos directos o subsidios no reembolsables, es decir, regalos a agricultores que reúnan unas condiciones técnicas y económicas específicas, y créditos blandos para estimular la productividad del sector agrícola.
Que el Estado entregue recursos públicos a particulares, es una prohibición expresa del artículo 355 de la Constitución Política, así que no se entiende cómo fue posible que el Congreso de la República aprobara la ley 1133 de 2007 que da sustento normativo al programa AIS, máxime si el fundamento de dicho programa es el de apoyar a los agricultores ante la firma del TLC con los Estados Unidos, instrumento que aún no ha sido aprobado en el Congreso de ese país. Es decir, el programa es a todas luces inconstitucional y no aplicable por no reunirse los presupuestos de hecho que los sustentan. Como dato curioso, es de señalar que uno de los beneficiarios de esos regalos en Santander, es hijo de uno de los ponentes de la ley: el conservador Alirio Villamizar, uno de los promotores de la campaña de Arias hasta que fue detenido por la Corte por su presunta participación en varios delitos contra la Administración Pública.
El modelo de subsidiar a los ricos y a los propietarios de la tierra es de la entraña de la derecha política en todo el mundo. Ese fue el modelo que implementó Bush con los resultados conocidos de desaceleración de la economía y aumento del déficit fiscal en los Estados Unidos. Arias empezó a dar señales de optar por ese modelo con el caso Carimagua, cuando prefirió entregar tierra a unos empresarios que ni siquiera eran de la región, con el argumento de que los desplazados no tenían condiciones técnicas para hacer rendirla. Es decir, el argumento que subyace a esta lógica es la de que la plata no rinde en manos de los pobres, y los ricos, al contrario, generan empleo que puede ayudar a salir de la pobreza. Es una doctrina económica que se ha aplicado en el mundo con resultados desastrosos en términos de reducir la pobreza y la desigualdad.
El escándalo de concentración de recursos en varias familias del Magdalena denunciado por la revista Cambio, algunas de las cuales habrían parcelado sus propiedades para recibir varias veces el subsidio, así como otra serie de irregularidades, como que algunas fueron aportantes de la campaña del candidato Uribe, han desviado el debate de fondo, y es si es sostenible un modelo que refuerza los patrones de desigualdad que caracteriza a la sociedad colombiana. Si sólo unos pocos tienen acceso a la tierra, al capital y al crédito, la economía en su conjunto no crecerá, y lo poco que se logre beneficiará a unos privilegiados. Esa es la sociedad con la que sueña Arias, y Uribe por supuesto, una sociedad señorial, desigual, con señores de la tierra –y de la guerra-, y vasallos que sólo tienen que agradecer las migajas que les queda del modelo, porque el poder público sólo está para proveer seguridad, como en la edad media. Y se supone que Arias representa la modernización en política.
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