martes, 27 de octubre de 2009

El espacio de los columnistas

El retiro de la columna de Claudia López del periódico El Tiempo, y la supresión de otras en el periódico El Colombiano, suscita una serie de interrogantes como columnistas que somos, y que disfrutamos de un espacio de opinión en un periódico regional.

Lo primero en señalar es que los casos de El Tiempo y El Colombiano son diferentes. En el periódico de la familia Gómez de Medellín hay una línea editorial pro gobiernista y conservadora, y columnista que no comparta esas directrices no conserva su espacio de opinión. Los columnistas allí no tienen derecho a tener una opinión sobre ningún tema que se aparte de la línea editorial del periódico. Eso en buen romance es censura, intolerancia que debe ser castigada por los lectores que estén buscando una oferta plural y diversa, incluida la de las voces conservadoras.

El caso de Claudia López y El Tiempo es distinto, si bien ambos parecen arrojar iguales resultados. La valiente columnista, una de las investigadoras que mejor ha documentado el tema de la infiltración de la política por los paramilitares, sin duda alguien incómodo para el establecimiento, publicó una columna en la que criticó la línea informativa de El Tiempo, al haber atribuido sin mayor fundamento un aumento en la popularidad de Juan Manuel Santos como consecuencia del escándalo de Agro Ingreso Seguro, teniendo como sustento un sondeo de opinión entre los lectores de la versión de Internet de ese periódico que se mostraban indignados con uribito, sin que ello implicara que estaban felices con Santos.

Esto sirvió a López para hacer una serie de conjeturas razonables sobre la parcialidad d El Tiempo en defensa de la candidatura de Juan Manuel. Como quien dice, descubrió el agua tibia, pero haber dicho lo que todo el mundo sabe, la llevó a cruzar una frontera infranqueable: la de la cortesía con el medio que nos ofrece un espacio que es de su propiedad.

Los espacios de opinión de los columnistas no nos pertenecen, no son derecho adquirido, y el día en que el periódico quiera quitárnoslo, pueden hacerlo. Los lectores serán los encargados de juzgar si fue o no una buena decisión. Si Claudia López estaba inconforme con la manera como El Tiempo estaba desarrollando su labor periodística, debió haberlo manifestado a sus directivas y renunciar a su columna. El problema de Claudia fue de simple cortesía con el medio que le dio un espacio. El periódico no ha desmentido una sola palabra de lo que dijo López en su columna, porque no tiene como, pero tiene derecho a quitarle el espacio que le ofreció. Pero en el mismo juicio de cortesía que se impone a Claudia, El Tiempo no debió haber publicado una nota en caliente interpretando que esa columna era su renuncia. Debió haber contactado a la columnista en privado, notificarle su decisión y haber permitido una columna más para que ella expresara su punto de vista. Roberto Pombo se dejó llevar por la rabia, y el resultado de un director intolerante y sangre caliente no es una buena señal para el periódico.

Nunca he tenido amago de censura en La Crónica, donde es conocido que se tiene una línea editorial muy diferente a la línea de opinión de mi columna. Si alguna vez encuentro que el periódico está haciendo cosas que no me parecen, así lo diré en la columna que anuncie mi retiro definitivo. Ha sido un saludable ejercicio de tolerancia y respeto, del cual todos salimos ganando.

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